¡Hasta siempre, Barrilete Cósmico!
Lo que parecía inimaginable finalmente sucedió y aún cuesta creerlo. El mayor ídolo popular de la Argentina nos dejó físicamente un 25 de noviembre.
El eterno diez se descompensó y sufrió un paro cardíaco tras su operación realizada por un hematoma subdural el 3 de noviembre. Esta vez la muerte se cobró el partido y lamentablemente los médicos que lo asistieron de urgencia, no lograron reanimarlo. La noticia shockeo al país y al mundo entero. Con tan solo sesenta años, el mejor futbolista de la historia no pudo gambetear a su último rival y partió de este mundo.
El pelusa nació un 30 de octubre de 1960, en Villa Fiorito. Hijo del famoso Don Diego, y de su madre la eterna Doña Tota. Su pasión por el futbol lo acompañó desde muy chico, jugaba en las siete canchitas y su sueño era jugar a la pelota para sacar adelante a su familia y dejar Fiorito.
En 1976, con sólo 15 años, Diego debutó en primera con la camiseta 16 de Argentino Juniors, club que vio nacer al cebollita. Un año después, jugó para la selección argentina en un amistoso contra Hungría. Desde un principio varios clubes como River y Loma Negra de Olavarría, querían comprarlo, sin embargo, el Diego optó por Boca Juniors.
En 1981, ganó con el club su primer metropolitano. Años después, dejó su país y cruzó el océano en busca de sus sueños.
Primero fue al Barcelona, luego de dos temporadas pasó al Napoli, club donde logró el reconocimiento mundial por haber llevado a un equipo de los denominados “chicos” a la cima del Calcio italiano, ganándole a las potencias futbolísticas más importantes del país.
Dejó de ser el Diego de Fiorito para convertirse en el D10S. Sin embargo, tuvo que pagar un precio y cargar con el peso de su fama, ya que se volvió la persona mas famosa, más admirada, más observada y más criticada del mundo. A pesar de que en ese momento no se utilizaban las redes sociales, el diez logró traspasar la pantalla y llegar a los corazones de todo el mundo. Cargar con todo ese peso, ser la salvación de su familia y luchar con su propia personalidad hicieron un combo explosivo que lo llevaron a cometer muchos errores y a llevarlo por malos caminos.
Diego fue el niño de Fiorito que soñaba con la pelota como un pasaje para el camino a una vida mejor, fue el hombre que debió enfrentarse a un mundo nuevo y que se endureció para salir adelante, a veces a los golpes, pero tratando siempre de avanzar.
En 1986, en el mundial de México, Diego fue el héroe ideal que el país entero estaba necesitando. En un momento histórico, logró sacarle sonrisas y lagrimas a todos los argentinos. Fue el más pícaro y el más genial al mismo tiempo, convirtiendo un gol a los ingleses con la mano y otro que hasta el día de hoy, sigue siendo el mejor gol de toda la historia y nos sigue conmoviendo junto a ese relato (barrilete cósmico).
También jugó en Sevilla, España, donde conoció grandes amigos como Hristo Stoichkov, ex futbolista búlgaro, destacado en el Barcelona y una leyenda.
“Nuestra amistad nunca se compró, fuimos amigos, familiares, ambos fallamos en algunas cosas, pero siempre hay tiempo para perdonar. Una vez le dije… si voy por mal camino ven y dímelo…. teníamos esa amistad. Los amigos no son sólo para comer y beber”, expresó Stoichkov
El Gitano recuerda a Diego con mucho amor y cuando se le pregunta sobre anécdotas, suspira alegremente, porque recuerda muchas. Remarca la humildad que lo caracterizaba al diez: “Acá somos todos iguales, no hay ni suplentes ni titulares, somos todos iguales. Eso vale mucho, normalmente los jugadores primero piensan en ellos y después en los demás, Diego no. Gran compañero, gran corazón, él no se va a ir de mi, nunca. Siempre lo voy a recordar con el gran cariño que le tengo, esa sonrisa y el puño elevado al cielo cuando metía un gol, y hacia a la gente feliz”, concluyó el búlgaro
Diego ha tocado el corazón de todos. Tanto de los que lo han visto jugar y han tenido el privilegio de conocerlo, como los que no. Fue el más humano y endiosado, de todos, y por eso ha generado tanta conmoción en todos nosotros. Un jugador que se llevó siempre la Argentina al hombro y defendió a su país. El mundo entero quedó consternado, todos lo lloran, no hay diferencias, no hay camisetas, no hay grieta, porque cuando uno habla de Diego Armando Maradona no habla solo del futbol, él ha trascendido la pelota, y ha roto fronteras. Su pérdida se vive como la de alguien cercano, una persona que nos dio alegrías, broncas, rechazos, alguien que nos emocionó, que nos unió y que nos hizo sentir los más grandes del mundo.
Alguien alguna vez dijo, ¿quién es ese de sotana blanca que esta al lado de Maradona? Eso pinta de cuerpo y alma a uno de los personajes contemporáneos más importantes de la historia mundial. Se llama Diego Armando Maradona, es nuestro, es argentino.