Generar confianza desde la desconfianza
Luego de un revoltoso año 2020, en el que nos sorprendió una pandemia sin precedentes, las economías de todo el mundo se contrajeron. En ese sentido, pequeñas, medianas y grandes empresas se reinventaron y algunas cerraron; trabajadores perdieron sus empleos y cuando algunos pensaron que la humanidad llegaba a su fin, salieron los bancos centrales del “primer mundo” a rescatarnos. No bajaron del cielo, con capas y disfraces caricaturescos, ni utilizaron super poderes. Tampoco lucharon contra el virus que nos afectó a todos, ni se interesaron por el mismo. Simplemente reunieron sus directorios y decidieron inyectar (imprimir) yenes, euros y dólares (estadounidenses, canadienses, australianos, etc). Cualquier economista, periodista u opinólogo mezzoliberal sabe que la inyección de dinero en una economía genera inflación. Y esto, en el largo plazo, siempre se cumple. En el corto plazo, sin embargo, el factor fundamental en cualquier proceso inflacionario es la confianza, tanto en sus dirigentes y en su moneda.
Enfoquémonos un momento en el dólar estadounidense, que ha sabido ser la moneda mas aceptada a nivel mundial durante al menos un siglo. Moneda que utilizan otros bancos centrales, como reserva de valor, reemplazando al oro en muchos casos. Moneda que es aceptada y atesorada en casi cualquier país del mundo. Moneda que la Fed ha “imprimido” aproximadamente en un 900% desde 2005 al 2020. Sin embargo, esas casi 8 veces más de dólares que hay circulando, han generado en estos 15 años un 33% promedio de inflación en los Estados Unidos de América. Semejante distorsión esta explicada pura y exclusivamente por la confianza que se le tiene al dólar, no solo en su país emisor, si no en el resto del mundo y por toda la humanidad, que sigue confiando y demandando dólares como reserva de valor.
“Se necesitan 20 años para construir una reputación y cinco minutos para arruinarla” dijo Warren Buffett. Creo que aun no han pasado los cinco minutos para el dólar, pero sí han pasado algunos segundos donde el aumento del precio del oro y la fiebre por las criptomonedas nos ha demostrado que algún quiebre de confianza esta comenzando a ocurrir. Estas políticas monetarias super-expansivas adoptadas por los bancos centrales, son un experimento social y económico inédito, y el tiempo nos dirá hasta cuando aguanta la confianza de la gente.
Distinta es la situación de economías subdesarrolladas como la Argentina, donde a diferencia de USA, aquí se ha venido bastardeando la confianza durante casi un siglo, generando una inflación del 3400% y un peso que se ha devaluado 4200% frente al dólar en los últimos 15 años.
A diferencia de Estados Unidos, en argentina se ha venido bastardeando la confianza durante casi un siglo, generando una inflación enorme y una severa devaluación del peso.
No debería sorprender que la recurrente elección de políticos y gobernantes corruptos, inútiles y mal asesorados que, a su vez eligen y se rodean de dirigentes con similares características, que priorizan políticas populistas y cortoplacistas con aumento del gasto público y déficit fiscal, en pos de aferrarse al poder, genere semejante quiebre de confianza. Lo que sí sorprende es reincidir en políticas de restricciones al acceso del mercado de cambio, o de controles de precio, y esperar resultados diferentes a los ya vividos en sobradas ocasiones en la historia económica de nuestro país.
Cualquiera que ha jugado con un niño sabe que, si le impedimos agarrar algo, más ganas tendrá de romper la prohibición, logrando el efecto contrario. Muy similar a lo que viene sucediendo en nuestro país hace décadas, donde nos tratan a los ciudadanos como niños, obstaculizando y limitando nuestra capacidad de ahorro y de generar riqueza, empujándonos a recurrir a un mercado informal que viene a satisfacer la demanda, no solo de narcotraficantes, criminales y corruptos que necesitan dolarizar sus ganancias espurias, si no la de todos los que trabajamos, producimos y contribuimos nuestro granito de arena y que no estamos dispuestos a conservar un peso mas de lo necesario, porque ya entendimos que no hay confianza, y sin confianza no hay moneda.
¿Y cómo se recupera la confianza? Pues parece que la dirigencia de turno cree haber encontrado la respuesta y es probar por enésima vez con restricciones cambiarias, precios máximos y aumento de impuestos. Políticas que en el pasado solo han logrado mercados paralelos de cambio, desabastecimiento de bienes y servicios y economías y trabajadores en la informalidad, para evadir impuestos, ya que tampoco estamos dispuestos a invertir, trabajar y producir para que un estado corrupto e ineficiente se quede con mas del 60% de nuestro esfuerzo. Pero aquí estamos, por enésima vez probando las mismas recetas y esperando distintos resultados, la definición de locura de Albert Einstein.
*El autor es Licenciado en Economía y Asesor Financiero