Coronavirus: ¿Punto de inflexión o todo sigue igual?
Sin duda, a todos nos tomó por sorpresa la pandemia. Es imposible que alguien la hubiese previsto. Algunas personas anticipaban que en algún momento habría alguna, pero jamás hubieran imaginado las dimensiones de ésta, sus consecuencias o cuándo sucedería. Una de esas personas es el magnate Bill Gates, quien, en su charla TED en el 2015 dijo: “Si algo mata unas 10 millones de personas en las próximas décadas, es más probable que sea un virus de alto contagio antes que una guerra”.
Es una situación sin precedentes para la gran mayoría, y yo no soy una excepción. En tiempos así es imposible no recurrir a la reflexión sobre todo lo que está ocurriendo, qué está produciendo enormes contrastes y mucho caos. Pero resulta casi obligatorio considerar el “por qué” de todo esto. Una vez que todo esto acabe (esperemos que pronto) ¿Tendrá alguna repercusión en nosotros o simplemente nos remitiremos a seguir viviendo de la misma manera?
Estamos viviendo algo único que nos afecta a todos. Las cosas a las que tenemos más apego ya no sirven. Por más costoso que sea nuestro auto, prácticamente no lo podemos usar, con nuestro tan preciado dinero, no podemos comprar con total libertad y estamos sometidos a ciertas limitaciones, teniendo ropa de gran valor y arreglada, usamos lo primero que encontramos y no nos preocupamos por nuestra apariencia y esas joyas que tanto amamos, simplemente se aburren en una cómoda o en nuestro vestidor. Mientras que lo más importante, ahora mismo, es un techo, un plato de comida caliente y la compañía de la gente que queremos. Por lo tanto, estos bienes que tanto valoramos en nuestra vida cotidiana, tal vez no sean tan valiosos como creemos.
¿Tendrá alguna repercusión en nosotros esta pandemia o simplemente nos remitiremos a seguir viviendo de la misma manera?
Entendía que uno debe aprovechar lo que tiene (o creía entenderlo), antes que lo pierda refiriéndose hacia algo material o algún familiar, pero creo que durante esta cuarentena logré entenderlo en serio. Como puede ser ir al supermercado y el placer que eso nos brinda. Una actividad que es parte de mi día a día, pero nunca lo consideré con el valor que realmente tiene. Algo tan común como caminar en la calle, respirar aire fresco, terminó siendo lo mejor que hice en semanas, lo que me llevó a pensar las pocas veces que valoramos, todas las cosas que damos “por hecho” de alguna manera, pero que en realidad es lo más valioso que tenemos.
Creo que, aunque nadie sepa por qué está pasando todo esto, aunque tenga una razón de fondo o no, no podemos mostrarnos indiferentes y comportarnos igual una vez que termine. Ahora que tuvimos la posibilidad, empecemos a valorar todo y todos los que nos rodean antes que sea muy tarde. Aprovechar nuestras oportunidades, porque nunca vamos a poder saber cuándo sea la última. Acostumbrémonos a no guardarnos nada, y mucho menos nuestros sentimientos, porque si hay una sensación terrible, es el arrepentimiento, y no hay vuelta atrás.