Consecuencias negativas ineludibles del confinamiento extendido sobre la educación en un nuevo mercado laboral
El debate sobre la eficacia del confinamiento extendido tiene varios matices que se circunscriben principalmente en los costos dinámicos que esto genera. Uno de los aspectos del que no se tiene dudas se refiere a las consecuencias negativas sobre la educación y el vínculo de las personas que transitan cualquiera de los niveles escolares. Más aun en una estructura socioeconómica que presenta un gran deterioro desde al menos el último cuarto del siglo XX.
En ese sentido, no solo se disponen efectos negativos de la discontinuidad de la asistencia a las escuelas y en la formación, sino que se plantean consecuencias sustancialmente desfavorables en la inserción futura en el mercado laboral por parte de los estudiantes, oferta de mano de obra futura, en un mercado que presenta cambios continuos principalmente en la demanda de trabajo pues, el advenimiento de la robotización, automatización y la utilización masiva de datos han abierto un nuevo panorama para el futuro del trabajo.
La globalización ha instaurado un proceso de convergencia mundial que engloba factores muy diferentes: tecnológicos, económicos, laborales, entre otros. La necesidad de generar estructuras productivas con alto grado de especificidad, estándares de calidad y eficiencia, establece desafíos de competitividad, principalmente para el mercado laboral en general y, en particular, para la mano de obra.
Se plantean consecuencias sustancialmente desfavorables en la inserción futura en el mercado laboral por parte de los estudiantes
Uno de los aspectos centrales del mundo globalizado actual es la necesidad permanente de establecer altos niveles de competitividad en distintos sectores económicos lo cual está estrechamente relacionado con la gestión eficiente de los recursos productivos y de los factores que intervienen en la producción. El factor trabajo es cardinal al momento de evaluar los niveles de competitividad en la producción. Mejorar las tareas de producción potencialmente implica la modificación de la dotación de trabajo y la introducción de nuevas tecnologías relacionadas con la robótica y los procesos de automatización de esas tareas.
En ese escenario, la tendencia en el mercado laboral marcada por la llamada Revolución 4.0 con el advenimiento de la automatización, muestra cómo el progreso tecnológico está tendiendo a modificar tareas rutinarias y a complementarse con aptitudes cognitivas las cuales son una consecuencia directa de la formación escolar, técnica y/o universitaria, lo opuesto a la discontinuidad escolar. De acuerdo al Banco Mundial (2016), a partir del nuevo milenio se registra una mayor participación relativa en el empleo de las ocupaciones intensivas en habilidades cognitivas y socioemocionales (soft skills), la “nueva economía” recompensa a las habilidades tecnológicas, cognitivas y socioemocionales.
Ese nuevo universo laboral genera cambios continuos se presentan en las tareas de la mano de obra y, en consecuencia, su rol en la estructura productiva. Tras la Segunda Guerra Mundial, los trabajadores sin estudios universitarios pudieron ocupar posiciones con un nivel de especialización y salario creciente, en cercana colaboración con los trabajadores más calificados. De esa manera, se observaba en los mercados de trabajo urbanos una mejora de los salarios reales tanto de los trabajadores con alta calificación como de aquellos con un nivel educativo relativamente bajo. No obstante, este patrón comenzó a cambiar en la década del ´70, de la mano del avance de la automatización en la industria y del crecimiento del comercio internacional. De esa manera, la cantidad de tareas especializadas disponible para trabajadores poco calificados comenzó a mermar. Por lo tanto, aunque en términos agregados ha ido creciendo en las últimas cinco décadas el nivel educativo de los trabajadores y la especialización de las tareas, los trabajadores poco calificados de las ciudades han tenido que dedicarse a tareas cada vez menos especializadas.
Adicionalmente, Autor (2019) enfatiza que si bien es evidente la caída de la participación del trabajo en el Producto Interno Bruto (PIB), a lo largo de las últimas cuatro décadas se observa, particularmente en los Estados Unidos, una creciente desigualdad salarial. Lo más paradójico de ese fenómeno es que está acompañado por la reducción de los salarios reales de los trabajadores menos educados, especialmente de la mano de obra con educación inferior a grado universitario.
En ese caso, y bajo el supuesto razonable de que los trabajadores calificados y no calificados son complementarios, el aumento de la productividad de los trabajadores calificados debería derramar de manera positiva en los salarios de los de menor nivel educativo. Sin embargo, los datos muestran exactamente lo contrario. Este patrón, señala Autor (2019), no sólo aplica a los Estados Unidos, sino que es generalizable a todos los países industrializados.
la discusión sobre la necesidad fundamental de la apertura de escuelas y centros de formación se debería plantear teniendo en cuenta no solo los efectos de corto plazo sino también los efectos dinámicos de largo plazo derivados del nuevo escenario laboral
Sin dudas, todos los trabajadores deberán adaptarse a medida que las máquinas se incorporen a tareas de rutina y a medida que aumente la demanda de trabajo que involucre más habilidades cognitivas. Es probable que las ocupaciones de alta probabilidad sean sustituidas por capital informático relativamente pronto. Durante las próximas décadas, el alcance de la informatización estará determinado por el ritmo al que se puedan superar los obstáculos de ingeniería para la automatización.
Pierre Salama, desde su trabajo Nuevas tecnologías: ¿bipolarización de empleos e ingresos del trabajo? (2018), argumenta que con la automatización, el riesgo de una bipolarización de puestos de trabajo (altamente calificado, poco capacitado en detrimento de los empleos de mediana calificación en general) es real. Su magnitud dependerá de la velocidad a la que se llevará a cabo la expansión de las máquinas que incorporan tecnologías profundamente nuevas. Sin embargo, la bipolarización de los empleos, que ya es efectiva en algunos sectores, puede ser enmascarada por la creación de empleos en otras industrias menos digitalizadas, cuya dinámica depende del crecimiento de la demanda global y del surgimiento de nuevas necesidades.
Por lo tanto, la discusión sobre la necesidad fundamental de la apertura de escuelas y centros de formación se debería plantear teniendo en cuenta no solo los efectos de corto plazo sino también los efectos dinámicos de largo plazo derivados del nuevo escenario laboral. La mejora en la estructura productiva y socioeconómica está estrechamente ligada a la capacitación y cualificación de los trabajadores del futuro. Contrariamente, agudizaremos las complejidades y los obstáculos para el desarrollo económico y social. Cuestiones que no han sido resueltas y que nos exponen a un panorama muy sombrío.