El fuego amigo argentino
Si algo ha demostrado la historia política reciente argentina es que el fuego amigo daña mucho más que el enemigo. No hace falta irse tantos años atrás sino mirar por el espejo retrovisor al año 2015 y esas PASO que golpearon muy fuerte en los cimientos del peronismo bonaerense. Quedará teñido de sospecha ese triunfo de Aníbal Fernández frente a Julián Dominguez, candidato que, según propios oficialistas, habría triunfado frente a María Eugenia Vidal en las generales de dicho año.
Pero más cerca a estos tiempos, el kirchnerismo más duro pareció no sentirse del todo cómodo con esa presunta apertura al diálogo que el presidente Fernández manifestó en los micrófonos pero que no ejecutó en la práctica. Por estos días, el propio Fernández tuvo que salir a defender a la ministra de Justicia, Marcela Losardo, que fue denunciada por un portal llamado El Disenso y por un periodista militante del propio C5N, el más oficialista de todos los canales, de tener cuentas offshore. Toda una novedad en materia de modus operandi: antes las operaciones y los carpetazos no solían hacerse con esta metodología de cara a la sociedad sino puertas adentro.
Días antes, la propia vicepresidenta envió a ministros a “buscar otro trabajo”, algo que no le cayó muy simpático al canciller Felipe Solá. El propio Solá recibió un pedido de renuncia del diputado Rodríguez Saá. Previo a ese episodio en un peculiar acto en La Plata, la ex embajadora Alicia Castro criticó al vocero presidencial, Juan Pablo Biondi, por no aplaudir a la vicepresidenta en el acto. In crescendo en grado de ridiculez y absurdo.
rESULTA IMPENSADO QUE, EN ESTE HETEROGENEO FRENTE ELECTORAL QUE SE CONSTRUYÓ EN 2019, NO EXISTIERAN POSTURAS DISÍMILES Y enfrentamientos que desnudan las grietas internas que conviven en el gobierno.
Si algunos presumen que esto ocurre en las altas esferas del poder nacional están equivocados. En las diferentes provincias también suceden episodios de esta índole. Por citar un ejemplo, hace unas semanas el gobernador chubutense recibió un duro reproche y reclamo de equipación docente por parte de quién fuera ministro de educación, Paulo Cassutti. Un desplante que no tuvo nada de cordial. Esto se repite en diferentes jurisdicciones y organismos donde el Frente de Todos administra los recursos.
Es sabido que las grietas internas conviven en el gobierno. Resulta impensado que en este heterogéneo frente electoral que se construyo de cara a las elecciones de 2019 no existieran posturas disimiles, internas y hasta enfrentamientos que gozan de una belicosidad verbal sin precedentes. Hace unos días nomás, el periodista Alfredo Leuco definió con mucho atino esa alianza electoral como “útil para ganar las elecciones pero muy inútil para gobernar”. Los impredecibles hechos y el fatídico 2020 parecen darle la razón. Incluso más, la evaluación de la gestión es la más baja desde que el presidente asumió, según el reciente informe sobre humor social de la consultora D’Alessio Irol, Berenzstein.
Entre tanto fuego amigo interno se ubica la sociedad para la que gobiernan que mira con sorpresa los hechos que suceden. En la agenda política no parecen tener lugar varios de los reclamos legítimos de la ciudadanía pero sí aquellos que no forman parte de las urgencias ciudadanas. Y allí es donde el fuego amigo hace estragos. En esta argentina absurda se repite la ecuación, esa que se reitera en nuestra reciente historia política: “El fuego amigo hace mucho más daño que el enemigo”.