Sálvese quien pueda

La tradición popular de los mares dice que todo capitán de una embarcación debe permanecer a bordo hasta que todos los pasajeros hayan sido evacuados. Algo parecido ocurre en la vida política de todo país, cuando en campaña los diplomáticos prometen llevarnos a buen puerto sanos y salvos. Sin embargo, no siempre es así, el reciente accionar de varios funcionarios de Estado de América Latina han demostrado que dicha creencia no es más que una fábula ajena a la realidad política, en una región donde prevalece el verdadero sálvese quien pueda. 

Y es que, aquí, cada tanto las irregularidades y la inmoralidad política de los diplomáticos, evidencian uno de los males de la democracia: la desigualdad que aún reina en América Latina. Tal es así que, recientemente los esfuerzos por llevar a cabo una vacunación rápida y efectiva se han visto empañados luego de que en las últimas semanas se desataran una serie de escándalos vinculados al poder putrefacto de la región: desde jeringas vacías, hasta vacunas VIP para amigos del poder.  

La asignación selectiva de un bien mundialmente escaso como lo es la vacuna contra el Covid-19 comenzó en Perú. Allí, los primeros en abandonar el barco fueron 467 personas, entre ellas funcionarios, exfuncionarios, integrantes de la Iglesia católica y reconocidos empresarios que accedieron a la vacuna china de Sinopharm cuando aún permanecía en ensayos clínicos. 

Perú es un país que por estos días ha superado las 40.000 muertes. Sin embargo, tanto funcionarios del anterior como del actual gobierno creyeron que era más imprescindible vacunarse ellos mismos antes que médicos, personas de riesgo y edad avanzada. El escándalo y la crisis institucional que generó el vacunagate fue tal que alcanzó al ex presidente Martin Vizcarra y su familia, el mismo que fue destituido del mando por “permanente incapacidad moral” en noviembre del año pasado tras un proceso de vacancia que lo acusaba de corrupción. 

La asignación selectiva de un bien mundialmente escaso como lo es la vacuna contra el Covid-19 comenzó en Perú, siguió en argentina con el escándalo del Vacunatorio Vip, en Chile y en BRasil.

Llamativamente una de las ultimas frases de Vizcarra sobre el Covid-19 antes de ser despedido del gobierno peruano fue “No se aprovechen, apoyen, seamos conscientes del difícil momento que estamos pasando y seamos parte de la solución al problema”, luego de que se conociera que varias clínicas privadas de Lima habían realizado cobros excesivos para practicar pruebas moleculares de coronavirus. Pero, tres meses más tarde, Vizcarra no se aguantó y se saltó la fila de vacunación sacando provecho en medio de la crisis sanitaria ¿Acaso eso no es aprovecharse?

A pesar de esto, las irregularidades no tardaron en llegar más al sur de la región, en la Argentina. Ahí, la existencia de un vacunatorio VIP salió a la luz en un programa de radio donde el periodista Horacio Verbitsky asumió haber recibió la primera dosis de la vacuna gracias a su “viejo amigo Ginés” en referencia al ex ministro de salud Ginés González García, salteándose así el orden y los mecanismos establecidos por el Ministerio de Salud. De todos modos, eso no era todo, la lista involucra a 70 personas, entre ellas funcionarios y familiares, militantes políticos, periodistas, empresarios y amigos del poder como Daniel Scioli, Felipe Sola, Florencio Aldrey, Carlos Zannini, Jorge Taiana, Eduardo Valdés, Hugo Moyano. Pero, la lista es larga y sigue.

Luego, el presidente argentino Alberto Fernández intentó remediar la situación obligando a Ginés a renunciar, pero nada pudo contener el cataclismo desatado en una sociedad que quedó consternada. A tal punto que, incluso la designación de la nueva ministra de salud, Carla Vizzotti fue cuestionada fuertemente por el ámbito político, –principalmente por la oposición– debido a sus llamativas actuaciones durante conferencias de prensa donde aparece vestida como un payaso en plena pandemia y con una exhaustiva cantidad de muertes.

A fin de cuentas, Argentina se convirtió en lo que el mismo Fernández prometió lidiar, la desigualdad entre ricos y pobres. A esta altura, ante el escándalo de las vacunas VIP tanto opositores como militantes se mostraron indagados ¿Cómo era posible que hombres de poder se vacunasen por debajo de la mesa? ¿Dónde había quedado el plan de una gestión que decía “Volvimos y vamos a ser mejores” ? ¿Mejores en relación a qué? ¿Acaso ser mejor es priorizar la vida de funcionarios antes que médicos, docentes, personas mayores y pacientes de riesgo que aún esperan ansiosos recibir la vacuna?

Y es que, otra vez, el destape de otro vacunatorio VIP fue suficiente para que los discursos de siempre se convirtieran en palabras vacías para una región enferma de desconfianza ante las promesas y una justicia que al fin y al cabo beneficia principalmente a funcionarios

Más tarde fue Brasil, pero allí reinó la completa indiferencia de un presidente que llamó al coronavirus una “gripecita”. Una serie de videos se hicieron eco de cómo en distintos vacunatorios de la región adultos mayores fueron inoculados con jeringas vacías. Al parecer, fueron los propios familiares de las personas vacunadas quienes filmaron que en lugar de las dosis que generan anticuerpos para el coronavirus se les aplico nada más y nada menos que aire. Si llevamos esta realidad a la fábula del capitán y el barco, es evidente que, si bien los funcionarios brasileños no habían saltado del mismo, no pretendían hacer nada para que la embarcación no se hundiera. Prácticamente lo mismo.  

Al margen de la vacunación con aire en Brasil, siguió Chile, uno de los países de la región que comenzó su vacunación tarde, pero a una velocidad que superó rápidamente a sus países vecinos. Pero, entre tanta gloria y celebración también hubo quienes se inocularon aún cuando no les había llegado el turno. Tal es así que, el hecho se conoció públicamente como los colados, que eran nada menos que 37.306 personas que no formaban parte de grupos prioritarios. Entre ellas había 9.023 jóvenes de entre 18 y 39 años, 9.071 entre 40 y 49 años y 17.365 entre 50 y 59 años, entre los cuales figuran funcionarios y personajes públicos. Muchos de ellos les correspondía recién en marzo o abril. 

Para entonces, era evidente que en América Latina la fábula del capitán y el barco se aplicó, pero a la inversa, funcionarios y amigos del poder saltaron del mismo cuando aún quedaba gente adentro. Y es que, aquí los políticos se jactan de dar cátedra sobre igualdad y corrupción, pero en medio de una pandemia se inoculan primero.