Ni el récord diario de casos ni las cuarentenas parecen tener fin en américa latina
Mientras EUROPA Y ASIA parecen haber sorteado el primer brote, más letal y catastrófico, del nuevo coronavirus, y se preparan para el invierno y nuevos rebrotes, en este lado del globo aún no podemos ganarle la batalla a ese enemigo invisible que se hizo presente en todos los países de Latinoamérica allá por marzo.
Con pocos días de diferencia, cada Gobierno de la región fue anunciando el cierre paulatino de sus actividades y limitando la movilización de sus habitantes. Bolivia fue el país que más restricciones laborales aplicó (68%), seguido por Colombia (63%); Argentina se encuentra en el medio (51.5%), y en último lugar Uruguay (22.5%), situación que se puede entender por la baja cantidad de positivos que hubo en el país vecino.
De estas medidas ya pasaron más de 170 días. Por ejemplo, el 20 de este mes, los argentinos cumpliremos seis meses de aislamiento social, preventivo y obligatorio. Desde ese momento hasta hoy, ¿cuál es la situación en los diferentes países? El panorama general de la región se presenta verdaderamente complicado. Tal como sostiene Naciones Unidas en su informe sobre el impacto de la enfermedad en la región, “partes de América Latina y el Caribe se han convertido en zonas críticas de la pandemia de COVID-19”.
Hace varias semanas que llevamos el récord de ser la región con más casos confirmados, con Brasil a la cabeza. Y no existen indicios que esta situación se revierta. El país carioca presenta, hasta la fecha, más de 4.400.000 infectados, lo que lo posiciona como el tercer lugar con más casos del mundo. Muy lejos, se encuentra Perú y Colombia con más de 700.000 positivos cada uno. Argentina, por su parte, se encuentra cerca de los 600.000 confirmados, seguida por Chile con 439.287 casos. Bolivia y Ecuador son también países donde la Covid-19 no da tregua.
En estos meses, escuchamos hablar a cientos de expertos en el tema sobre cuál es la mejor forma para analizar los casos de cada país y poder compararlos correctamente. Hasta el Presidente Fernández, con sus filminas muchas veces incorrectas, nos mostró distintas formas de leer los datos. Aunque es muy difícil comparar cifras, ya que en el desarrollo de una enfermedad influyen cuestiones como la demografía de un país, o su sistema de salud, el cálculo más utilizado es el de contabilizar los casos positivos o el número de muertes cada 1.000.000 de habitantes. Siguiendo esta método para analizar el avance de la pandemia, vemos que Brasil que no ocupa ya el primer lugar, sino que se posiciona detrás de Chile y Perú, quienes tienen 22.938 y 22.511 casos por millón de habitantes, respectivamente. Argentina, por su parte, presenta 13.007 positivos cada 1.000.000. El último lugar, lo ocupa Uruguay, con 534.
La tasa de mortalidad, que se calcula también cada 1.000.000 habitantes, es un dato muy útil para medir el impacto de la enfermedad. Perú es el país de la región con más muertos cada 1 millón, contabilizando 939. Con números muy parecidos, todos alrededor de los 600, se ubican Bolivia, Brasil, Chile y Ecuador. Argentina está muy por detrás, con 270.
Como es lógico, esta pandemia acompañada de cuarentenas eternas que limitan la actividad productiva, va a provocar en la región la peor recesión de los últimos 100 años, por lo que se estima, según datos de las Naciones Unidas, que generará una contracción del 9,1% del producto interno bruto (PIB) regional en 2020. No debemos olvidar que antes de la pandemia, el modelo de desarrollo de la región ya enfrentaba graves limitaciones estructurales, como elevados niveles de desigualdad y limitaciones de las balanzas de pago, lo que se manifestaba en crisis cambiarias y de deuda recurrentes, bajo crecimiento, altos niveles de informalidad y de pobreza. Si a todo lo anterior se le suma las nuevas condiciones del contexto actual, la CEPAL prevé que el PBI de cada país tenga caídas estrepitosas: Perú estima una recesión del 13%, seguido por nuestro país con -10.5%, Brasil y Ecuador, -9.2% y -9% respectivamente.
Todos estos indicadores negativos llevan a replantearse a la mayoría de los ciudadanos si las medidas tempranas de aislamiento fueron acertadas o, simplemente, una forma de retrasar un hecho inevitable: el pico de la pandemia.
Aclaración: Las cifras de la investigación realizada por Narella Boscarol se tomaron hasta el día 16 de septiembre del corriente