El kirchnerismo frente al fin de su cuento de hadas

Intensa fue la semana posterior a las PASO cargada de idas, vueltas, maniobras y una incertidumbre que no merecíamos. Entre tanto frenetismo, parecería que los argentinos nos topamos con algo que quizás parecía impensado hace un tiempo, nos topamos con el fin del cuento de hadas kirchnerista. Durante años el kirchnerismo construyó un hermoso relato que parecía casi un cuento de hadas, una bella película de Disney. En el cuento había buenos (ellos) y había malos (el campo, los medios, la oligarquía, los porteños, los cordobeses, la oposición, Lanata, etc). Los malos siempre empecinados en hacer caer la lucha a lo Robin Hood de los buenos, mito que la pésima gestión económica de Macri solo incentivó.

Hace unos 6 años Cristina Kirchner subía un vídeo, basado en un discurso, llamado “No fue Magia”, un video en el que además se animaba a mostrar números y datos, como que había entregado más de 5 millones de netboooks, casi 8 millones de asignaciones familiares, miles de kilometros de rutas en marcha y demás datos pintorescos. El vídeo concluye con una electrizante Cristina que grita No fue magia, o sea, que todos los logros del gobierno no habían sido casuales, sino que fueron producto de una maravillosa gestión.

parecería que los argentinos nos topamos con algo que quizás parecía impensado hace un tiempo: el fin del cuento de hadas kirchnerista. un hermoso relato que parecía casi un cuento de hadas en el que hay buenos (ellos) y malos (el campo, los medios, la oligarquía, los porteños, etc.)

El cuento de hadas fue utilizado en el 2019 para devolverle el poder al kirchnerismo, apelando a un pasado glorioso del cual nos habían privado, y volvieron y ahora si “Showtime”, ahora sí era hora de poner a Argentina de pie. Cristina tenía razón en una cosa, efectivamente no había sido magia, había sido la soja a 800. La gestión kirchnerista (hablo de economía) tuvo logros, se redujo la pobreza, se repartieron computadoras, se otorgaron algunos planes exitosos y otras cosas màs, pero la gestión en sí fue bastante deficiente. A la Argentina entraron miles de millones de dólares, que se gastaron en ridiculeces, como estatizar YPF o Aerolíneas, todo esto como alimento del relato. Fue tanto lo que se gastó que hubo que salir a emitir, luego apareció la inflación, apareció el cepo, se espantó la inversión, se estancó el crecimiento y cuando los dólares de la soja se acabaron el relato se empezó a agotar. Al volver al poder en 2019 arrancó la pandemia, ideal para alargar un poco más el hermoso cuento de hadas, pero tras casi dos años de gobierno al kirchnerismo y quizás a muchos de los argentinos, las PASO nos trajeron la verdad como un baldazo de agua fría, no había más lugar para el cuento. A los pocos días, Cristina publicó una carta que a mí como economista me shockeó, ella marcó que Guzmán se había mandado tremendo ajuste al que ni los más liberales se hubieran animado, ni la maléfica madrastra de Cenicienta le ajustó así a sus propias hijas. Y aunque duela, el kirchnerismo deberá seguir ajustando en los años que le quedan ¿Cómo hacemos para que encaje el ajuste en nuestra dulce historia? Se ve que Cristina determinó que lo mejor era culpar a Alberto y al pelado Guzmán.

Es verdad que la pandemia golpeó al mundo, es real también que la pandemia generó duros reveses electorales para muchos oficialismos latinoamericanos, pero no para todos. La pandemia sirvió quizás para exhibir la inoperancia de los inoperantes. El éxodo de empresas, los vacunatorios VIP, las fotos de clandestinas presidenciales, la inflación desmesurada, los cierres excesivos y demás perlas argentinas no son problema del virus, son problemas de inoperancia y sin la soja a 800 la inoperancia se nota más. Es fácil organizar un cumpleaños divertido con muchísima plata, el reto es que sea divertido con lo que hay. Será cuestión de ver qué camino le queda al kirchnerismo, como hace para que el futuro de ajustes, inflación y bolsillazos encaje idìlicamente en el relato.