Algunas respuestas macroeconómicas sobre la extensión de la cuarentena
Luego de un primer semestre de aislamiento social y crisis sanitaria, muchos países se preparan para reactivar sus economías mediante estrategias de administración del confinamiento, no olvidando los graves costos humanitarios que continúan siendo noticia. Mientras que otros gestionan profundizaciones como el caso de Argentina. Esto se debe a que el ciclo del contagio se trasladó a la región aunque hay diferencias de gestión que podrían marcarse entre países. Sin perder de vista los posibles riesgos de una cuarentena administrada, pues toda estrategia social frente a un desastre de gran escala trae aparejada potenciales riesgos; no deja de ser interesante notar cuáles son las causas de una extensión y profundización de la gestión sanitaria tal como está planteada en nuestro país, más aún en el contexto de caída histórica de la economía.
Sin dudas, el escenario mundial está frente a una crisis sanitaria con impactos económicos superlativos que afectan a países diversos. La actividad económica cayó abruptamente y las perspectivas no son alentadoras para lo que resta del año. En efecto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) modificó hacia abajo sus proyecciones de crecimiento mundial para este año desde un -3% informado en abril hasta un -4,9% en las estimaciones realizadas en junio.
las proyecciones para 2021 DEL FMI notan una recuperación importante para la mayoría de los países relevados incluyendo Latinoamérica, donde se estima una notable contracción económica de -9,4% en 2020, pero una recuperación de 3,7% para el año 2021
En ese sentido, hay matices que potencian o no la recuperación económica de la región latina, y que están relacionados con el reconocimiento general acerca de que las dificultades e impactos del shock COVID-19 los cuales pueden ser potencialmente más profundos y de mayor alcance para algunos países más que para otros. Desde nuestra perspectiva, esto depende no solo de las condiciones estructurales de cada país, sino de los recursos iniciales con los que disponía cada economía al momento de la irrupción de la pandemia.
El objetivo del presente es marcar la importancia de las condiciones económica iniciales en general y en el momento determinado por una crisis a los efectos de asociarlo parcialmente, en particular para nuestro país, con la extensión prolongada de la cuarentena. Esas condiciones como resultado del desempeño y calidad de la política y gestión económica, y principalmente desde la perspectiva de nuestro país. De hecho, la historia de las políticas económicas marca una relación muy estrecha entre la frecuencia de eventos de crisis y vulnerabilidades, y la política económica gestionada previamente.
Si observamos las crisis macrofinancieras sistémicas de 1930 y 2008, y sus impactos sobre la economía mundial, las cuales conforman la familia de eventos críticos que estamos viviendo en estos momentos; en general, debemos notar que hay diferencias en su profundidad, potencial sostenimiento y, principalmente que las disrupciones de la crisis actual comenzaron desde el lado de la oferta. Mientras que, en particular para la región del Cono Sur de América, si observamos la gran crisis financiera internacional de 2008, los países emergentes de la región registraron un período acotado de contagio, es decir, un cierto desacople temporal de la crisis. Esto debido esencialmente a que esas economías contaban con períodos previos de crecimiento económico sostenido, superávits gemelos (externo y fiscal), estabilidad cambiaria, niveles bajos de inflación; es decir, gestiones económicas algo más sustentables que en períodos previos. Sumado a esto, el comercio con China como principal socio y un contexto financiero internacional menos volátil fueron muy favorables. Todos estos aspectos eran una novedad para las economías emergentes de la región pues, la memoria de la crisis de deuda de la década de 1970-80 y las crisis cambiarias ocurridas durante el decenio de 1990, eran eventos marcadamente opuestos respecto a ese nuevo contexto favorable.
Sin embargo, no es posible realizar las mismas apreciaciones respecto al escenario actual y el proceso previo ya que son sustancialmente distintos. Las economías no cuentan, en su mayoría, con esas condiciones y contexto internacional. La guerra comercial entre China y Estados Unidos, y menores términos de intercambio, generaron un menor espacio comercial para los países vinculados con materias primas. A su vez, varias economías de la región, incluyendo nuestro país, han mostrado severos problemas financieros, tensiones institucionales y sociales desde el año 2018, lo que produjo cierta volatilidad en los mercados financieros presionando el valor de las monedas nacionales. No obstante, actualmente todas las economías de la región si bien registran contracciones de gran escala, se proyectan recuperaciones súbitas para el próximo. Adicionalmente, el inicio de los contagios de COVID-19 en China desde fines de 2019 produjo una ralentización del crecimiento económico y sus efectos sobre la dinámica mundial.
Nuestro país ha mostrado severos problemas financieros, tensiones institucionales y sociales que produjeron cierta volatilidad en los mercados financieros
Para nuestro país, los acontecimientos lucen más complejos principalmente si notamos que el proceso previo al desembarco del shock sanitario los cuales pueden ser motivos al momento de argumentar parcialmente la estrategia de un confinamiento comparativamente extensivo. Desde el año 2011 se observan vaivenes en el crecimiento económico, de hecho el crecimiento es nulo en el período 2011-2019, y una dinámica inflacionaria que no se logra controlar eficazmente generando distorsiones de precios relativos con el consecuente atraso del tipo de cambio. A su vez, a partir del 2018 el mercado de cambios se enfrenta a fuertes tensiones seguidas de depreciaciones nominales abruptas, consecuentes controles de capitales que derivaron en un sistema cambiario múltiple, aumentos de los precios internos y una recesión económica que se profundizó y parece agravarse luego de agosto del año pasado. Todo esto establece un conjunto de condiciones de fragilidad financiera y de la economía real que al momento de enfrentar una nueva crisis económica mundial restringe notablemente el accionar y la eficacia de la política económica.
Esas condiciones de deterioro de la macroeconomía son cardinales para el éxito o fracaso de la política económica y se deben observar como el resultado de la gestión económica previa que, a su vez, también es influenciada por el componente estructural de la economía. Por lo tanto, una economía en condiciones de fragilidad, con instrumentos y recursos escasos, difícilmente puede llevar a cabo políticas fiscales y monetarias de cierta suficiencia y consistencia a los fines de contrarrestar dinámicas contractivas de gran escala. Ciertamente, esto es lo que ocurrió a lo largo de las crisis económicas de nuestro país con la excepción del año 2008.
En el mismo orden, notamos que el alcance de la gestión de política económica no es el mismo dependiendo de los recursos iniciales, es decir, la gobernanza económica es más profunda en condiciones fiscales, monetarias e institucionales robustas que en condiciones de fragilidad sistémica. En un contexto de crisis, el alcance y la gobernanza de las medidas económicas son mecanismos institucionales cruciales para administrar un proceso de estabilización, más aún si observamos los procesos económicos de los últimos años. El cumplimiento de los objetivos de las política públicas tuvo desalineamientos o no fueron cumplidos. Un ejemplo fue el caso de la necesidad de estabilización del tipo de cambio durante el período 2011-2015. Las restricciones cambiarias no evitaron que el deterioro de la moneda se profundice pues, el problema estaba estrechamente relacionado con la dinámica inflacionaria que tampoco se podía contener.
En suma, el problema de las condiciones iniciales ante eventos críticos profundos debe observarse como una fuente de amplificación de desequilibrios y causal de estrategias poco sustentables en términos sociales. Es importante que la sociedad en su conjunto valorice gestiones económicas que trasciendan el tradicional cortoplacismo latinoamericano para dar lugar a la política económica consistente y sostenible como un recurso institucional esencial para el futuro.
*El autor es profesor de Macroeconomía de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires