Hipocresía
Hace unos días sucedió una vez más. Al encender la televisión me encontré con la misma hipocresía de siempre. Otro femicidio. Otro asesinato de una mujer a manos de un hombre que había sido evitable. Otro desgarro. Otra vez era tarde. Lo único que atiné a pensar fue que, en este país, Argentina, las mujeres somos en realidad sobrevivientes.
La regla era sencilla, un informe del Observatorio Lucia Pérez indicó que en los primeros 41 días del año se registraron 44 femicidios. Más asesinatos de mujeres que días del año. Uno cada 22 horas. Uno tras otro. Una verdadera catástrofe que se repite incesantemente ¿Acaso eso no nos convierte en sobrevivientes? ¿el solo hecho de pensar quién sigue no nos convierte en soldados de una guerra de la que el único blanco fácil somos las mujeres? Repito, una cada veintitantos de horas, un desastre del que todos se compadecen, pero nadie hace nada ¿Hasta cuándo? ¿hasta la última?
Todos los canales mostraban hasta el hartazgo la misma imagen de Úrsula Bahillo. Tenía 18 años, era oriunda de la ciudad de Rojas, ubicado en la provincia de Buenos Aires. El 9 de febrero fue asesinada de quince puñaladas por su ex pareja, Matías Ezequiel Martínez quien, irónicamente, se desempeñaba como policía bonaerense. Ver la imagen de la joven latente en el televisor fue cómo destapar la misma vieja herida que en vez de cicatrizar sigue sangrando. Los canales ampliaban aún más la información, Úrsula había denunciado en 18 ocasiones a Martínez por violencia de género, había expuesto su caso en las redes sociales y mediaba en ellos una restricción perimetral, restricción que él violó. El fin de semana antes de ser asesinada quiso denunciar nuevamente a Martínez porque la había amenazado de muerte cuando caminaba por Rojas, pero en la comisaría le dijeron algo tan sencillo como: “Los fines de semana no trabajábamos”. Úrsula necesitaba un botón antipánico, ese botón mágico que nunca llega. Ese botón que tanto se espera, pero que de igual modo no te garantiza mantenerte a salvo.
en los primeros 41 días del año se registraron 44 femicidios, uno cada 22 horas: Más asesinatos de mujeres que días del año.
A esta altura la hipocresía de siempre era evidente, la joven había utilizado todos los recursos que tenía a disposición para protegerse de su agresor: desde denuncias policiales, causas judiciales, hasta restricciones perimetrales, sin embargo nadie creyó que era pertinente hacer algo, actuar a tiempo. Mientras la noticia calaba mi atención, mi cabeza se enfocaba como máquina y no paré de preguntarme cuántas más debíamos ser, quién sería la próxima, si en verdad lo que habíamos ganado en los últimos años había servido de algo o si en el fondo todo era una hipocresía para conformarnos. Pensé si los funcionarios o burócratas del poder podían comprender la dimensión del mismo problema que desde hace décadas nos ataña —la violencia de género— o si en el fondo solo nos veían como animales rabiosos a quienes deben de conformar con sus migajas.