La educación, esa deuda pendiente
Dentro del amplio abanico de problemáticas que despertó el aislamiento social, preventivo y obligatorio, la educación ha sido uno de los aspectos más relegados, por razones lógicas en algunos casos y no tanto en otros. No obstante, con cierto criterio atinado, desde el Ministerio de Educación se encabezó un plan para tratar de desarrollar una aproximación educativa para los más chicos, a través de la pantalla de la TV Pública.
Como suele pasar en muchas de las cuestiones en las que interviene el gobierno de turno, la acertada medida en lo teórico no tuvo su correlato en el plano práctico. A través del ciclo “Seguimos educando” se empezaron a evidenciar algunos errores que no sólo dan cuenta de la precaria capacitación de algunos docentes sino que desnudan falencias impropias de aquellos que deben impartir conocimientos a los mas jóvenes. Así, fuimos testigos de que hay que “rayar” queso parar preparar el chipá o que debemos utilizar “sepillos” de dientes para lavarnos la boca previo a acostarnos. Gambeteando los horrores ortográficos, al parecer en las matemáticas la suerte es similar. De este modo, algo tan preciso como una multiplicación de 789,9 x 100 dio 7.899 y no 78.990, como debería ser. Lo curioso de estos tres ejemplos es que habían otras personas que tardaron más de lo normal en darse cuenta del error de la docente. Algo similar a lo que ocurrió cuando conversaban sobre los animales “hervívoros” (Eso sí, con el decoro de colocar la tilde).
Tan asombrosos son los desatinos formativos como la defensa realizada por la subsecretaria de Educación Social y Cultural del Ministerio de Educación, quien está a cargo del proyecto “Seguimos educando”, quien remarcó que en más de 60 horas de producción, se encontraron 6 errores. En otro sentido, destacó que “con un buen abordaje del error también se construye conocimiento”. Si bien comparto que es sano educar desde el error por los procesos cognitivos que ello implica, esta defensa es lógica cuando el error lo producen los alumnos y los docentes corrigen sobre el error del alumnado. No cuando el docente incurre en errores que son parte del abc de la escritura esencial de ese hermoso y enriquecedor lenguaje que es el español.
en un mundo paralelo, “rayamos” queso, utilizamos “sepillos” y las multiplicaciones dan números equívocos
Por suerte, la globalización nos permite acceder a formatos educativos desarrollados con profesionalismo y sentido común, que, en la TV Pública parece ser “el menos común de los sentidos”, como decía el dicho popular. Lo cierto es que la alternativa en materia formativa y educativa que propone el mundo en el que vivimos nos permite poder sortear, en casi todo el territorio argentino, este tipo de programaciones que nos lleva a retroceder casilleros en el plano educativo.
Paradójicamente, el Programa “Seguimos educando” había entregado cuadernillos imponiéndose en la cuarentena, con la emergencia sanitaria como argumento. Cuadernillos que varios docentes denuncian como genéricos y que no profundizan en los programas educativos de las diferentes provincias, porque fueron desarrollados por el Ministerio de Educación de la Nación, interviniendo en la administración educativa de las diferentes jurisdicciones. Esto representa toda una particularidad que va en sintonía con la centralización que hay por parte del Gobierno Nacional. Son varias las escuelas de diferentes provincias en las que no existieron casos o tuvieron algunos poco significativos que no pudieron reabrir establecimientos esperando el guiño de la Casa Rosada. La centralización educativa ha tenido recuerdos poco felices a mediados de los 90. Si repetimos los errores del pasado, caeremos en aquella lapidaria frase de Darwin en la que “la historia se repite y ese es uno de sus mayores errores”.