24 de Junio: Ernesto Sábato
Ernesto Sábato era un escritor riguroso en su trabajo, lúcido en las grietas existenciales, consecuente con sus ideas. No fue prolífico, pero dejó obras que nos trascienden.
Para muchos Ernesto Sábato es un escritor difícil de caracterizar o ubicar dentro de la grilla imaginaria. Sus novelas cumbres son tres y su obra ensayística, bastante extensa. Fue una figura compleja, con un mensaje crítico hacia la modernidad, pero siempre esperanzado. Su obra se distingue por una profunda indagación del hombre que debe internarse en zonas del bien y del mal. Su escritura pretende sacudir al lector con temas perennes como la soledad, el absurdo, la muerte, la esperanza, el infortunio y la desesperación.
Ernesto Sábato nació el 24 de junio de 1911, en Rojas, una localidad bonaerense nacida de la línea de fortines que demarcaban la frontera de la civilización. Hijo de inmigrantes, tuvo una infancia espartana y conducida severamente por su padre. Sábato habla en sus memorias de atributos que los hermanos debieron asimilar de forma áspera, pero que dejaron huella en su espíritu, una personalidad más honda, rigurosa, disciplinada, consecuente.
Completó sus estudios secundarios en La Plata, en el Colegio Nacional. Egresó en 1938 de la Universidad Nacional de La Plata como doctor en Ciencias Fisicomatemáticas. Se le concedió una beca para trabajar en el Instituto Curie, en París. De esta manera, se relacionó con el surrealismo y con la corriente del pensamiento existencialista. Estos vínculos dieron nacimiento a su vocación de autor y pintor, para abandonar luego las ciencias. En sus evocaciones habla de una cultura irregular, teorías y libros que frecuentó como fruto de sus propios tropiezos.
Publicó su primer libro en 1945, Uno y el Universo, un ensayo sobre la condición humana. Su epopeya de autor se inició con El túnel (1948) que, curiosamente, pasó por muchos rechazos editoriales hasta que la revista Sur, de Victoria Ocampo, lo puso en librerías. Albert Camus se entusiasmó con el libro y lo hizo traducir al francés. El tríptico que define su obra de ficción se completa con Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón, el exterminador (1974). Sobre héroes y tumbas es, quizá, su obra más representativa fuera de nuestras fronteras. Muchos adolescentes y jóvenes de aquella época exploraban en los interrogantes existencialistas, y Sábato se convirtió en un faro para esa generación.
Con el retorno de la democracia, el escritor presidió la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas, que publicó la obra Nunca Más.
Dice Sábato: «El hombre no puede mantenerse humano a esta velocidad». ¿Qué razones nos mueven a correr todo el tiempo? ¿Lo que define al vértigo puede ayudarnos a alcanzar nuestras metas o nos hunde en un comportamiento autómata?
Recibió el reconocimiento internacional, tanto por sus obras escritas como por su compromiso civil, en defensa de la democracia y respeto a los derechos humanos. Escribió numerosos ensayos sobre las crisis del hombre moderno y el sentido de la novela del siglo XX. En 1984 fue galardonado con el Premio Cervantes y el Premio Gabriela Mistral de la Organización de los Estados Americanos.
En el año 2000, a los 89 años, publicó La resistencia, un libro de ensayos en que pone de manifiesto su esperanza en el vínculo con los otros, el encuentro, la necesidad de frenar la velocidad de la humanidad, de darles espacio a los procesos, a las etapas esenciales de la vida. Solo el amor puede conducirnos a la salvación. El hombre es sagrado, la vida es sagrada. Los pequeños momentos de alegría y el contacto con el mundo real son los ejes para aprender a vivir y disfrutar de este corto pasaje que nos lleva irremediablemente a la muerte.
Ese camino que se vuelve escarpado a veces altera los ritmos naturales del tiempo y nos envuelve en un torbellino de prisa incesante. Sábato propone que el tiempo no sea una herramienta sofocante, un tirano a la espera de un paso en falso. Intentemos ser más creativos, tomar una pausa si la velocidad se apodera de nuestros instintos, apostar por una vida saludable, conectar con la naturaleza, favorecer el encuentro con el otro.
Dice Sábato: «El hombre no puede mantenerse humano a esta velocidad». ¿Qué razones nos mueven a correr todo el tiempo? ¿Lo que define al vértigo puede ayudarnos a alcanzar nuestras metas o nos hunde en un comportamiento autómata? Sábato no exclama que nos quedemos atrás ni que desistamos de nuestros objetivos, sino que disfrutemos de la serenidad y la lentitud de las cosas, que nos acerquemos a un pensamiento más reflexivo, quieto, sosegado.
Una buena reflexión para estos tiempos cruciales cuando la ciencia y la inmediatez de las cosas parecen ser la cúspide de la humanidad, descuidando los valores éticos más sensibles al ser humano, como el amor, la muerte o la soledad.