17 de Agosto: Oliverio Girondo

Oliverio Girondo fue un poeta singular, viajero infatigable y cosmopolita, nacido en la vanguardia estética, convertido casi en una figura de culto.

Oliverio Girondo es un nombre que surge cuando se habla de poesía de vanguardia en la Argentina. A lo largo de su producción, el poeta cultivó la lengua y exploró nuevas formas de expresión literaria. Por eso, también fue criticado y admirado, un paradigma que juega con los extremos de la renovación continua y universal. Los viajes forman parte intrínseca de su obra, en sentido literal y ontológico.

Poeta y viajero infatigable

Oliverio Girondo nació en Buenos Aires el 17 de agosto de 1891. De familia de clase alta, Girondo cursó sus estudios secundarios en Inglaterra y Francia. De regreso en Buenos Aires, estudió Derecho por presiones familiares, a cambio de viajes periódicos a Europa. Sus viajes al viejo continente se hicieron frecuentes, y así comenzó su actividad literaria y entabló relaciones con las nuevas corrientes estéticas europeas, cuyo acento poético se dejaría traslucir en su obra inicial. En sus lecturas absorbió los valores de una poesía simbolista y una filosofía nietzscheana. En Madrid, se relacionó con García Lorca, Salvador Dalí, Gómez de la Serna. Con este último entabló una amistad estrecha y duradera. 

Girondo fue mentor de la vanguardia porteña en la década del 20, nucleada en las revistas Proa y Martín Fierro, en las que participó activamente abonando el terreno para las nuevas corrientes artísticas en el Río de la Plata. En la segunda, además de cofundador, fue autor del programa ideológico de la revista, el célebre «Manifiesto» redactado por su pluma.

Pero no solo se lo conoce por su labor literaria, sino también por su matrimonio glamuroso con Norah Lange, relación que se dice que Borges fue celestino sin querer serlo, al presentarlos en un almuerzo en honor a Ricardo Güiraldes. Es el mito que rodea a una pareja tan particular y atractiva, cuya casa de la calle Suipacha se convirtió en el centro de tertulias literarias y reunión de personalidades, donde se podían cruzar Pablo Neruda, Federico García Lorca y Miguel Ángel Asturias. El mito también dice que Borges se torturó bastante por este encuentro fortuito de almas que hizo germinar cierta rivalidad estética entre ambos autores. 

La crítica define tres etapas en la evolución del poeta argentino. Los dos primeros libros son fundacionales de su escritura, hilvanados con su estilo en la revista Martín Fierro. Fruto de sus primeros viajes es su libro de poemas Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922), acompañado de ilustraciones propias. Esta obra es un hito en la poesía vanguardista en América Latina y, en su momento, sacudió los cánones acartonados de la época. Sus referentes inmediatos en la vanguardia habían sido las lecturas de Vicente Huidobro y Rubén Darío.

Calcomanías (1925) es su segundo libro fundacional, resultado de un peregrinaje por España. En esta primera etapa de su escritura hay una contemplación del mundo y de los objetos, como un tradicional diario de viajes con apuntes poéticos. Esta búsqueda intenta alcanzar la belleza de la vida moderna y no tanto el escape de lo cotidiano.

Persuasión de los días y En la masmédula representan el tercer momento en la poesía girondiana, la madurez intelectual, e instalan nuevos interrogantes en lo profundo de la comunicación ontológica.

Su siguiente proyecto poético es Espantapájaros (1932). Más narrativo que lírico, representa un vuelco a lo absurdo y grotesco, un sentido lúgubre que se acentúa en esta segunda etapa. El aparato publicitario detrás de esta obra es una de las facetas divertidas del autor que se retoman en los homenajes, una gran escultura de papel maché con galera, pipa y monóculo se paseó por la ciudad hasta que la tirada completa se agotó en un mes. 

La profundidad del ser es protagonista en Interlunio (1937), ficción en prosa con un elemento visual que acompaña a través de los aguafuertes de Lino Spilimbergo. En esta etapa, el poeta se adentra en zonas más complejas de la metafísica y la psicología. 

Persuasión de los días (1942) y En la masmédula (1954) representan el tercer momento en la poesía girondiana, la madurez intelectual, e instalan nuevos interrogantes en lo profundo de la comunicación ontológica. Este bloque aparece interrumpido por Campo nuestro (1946), poema bucólico, como una especie de homenaje a la pampa argentina que define su propio origen aristocrático. 

Su periplo viajero se extiende en el tiempo, todos los años un viaje, de ahí su fama de príncipe poeta que gira por el mundo. «A veces rotundo/ a veces muy hondo/ se va por el mundo/ girando, Girondo», dice una copla que le dedicaron sus amigos.

Girondo fue una personalidad culta, cosmopolita, extravagante, caprichosa, arremetida, y sigue ocupando un estante en las bibliotecas como poeta libre, casi de culto, inclasificable para los amantes de la poesía. Falleció en Buenos Aires el 24 de enero de 1967.