13 de Junio: Día del Escritor

Lugones es uno de los escritores argentinos casi desconocido u olvidado. Intentemos descubrir un poco el velo que cae sobre Leopoldo Lugones en este Día del Escritor.

Por Miriam Coronel

Leopoldo Lugones nació en Córdoba el 13 de junio de 1874. Su infancia transcurrió en los paisajes serranos en el límite con Santiago del Estero. Toda su obra está impregnada del campo argentino y los elementos de la naturaleza que gobernaban su mundo rural de niño. Tuvo una infancia sencilla y solariega, en un seno católico. Pronto la rebeldía contra las enseñanzas y la religión marcaría un camino hacia el socialismo romántico que se cultivaba en la época del joven Lugones.

En 1896, ya en la capital, no le fue difícil integrarse en los círculos intelectuales y literarios de Buenos Aires. Sus primeros versos provocaron comentarios auspiciosos sobre el poeta llegado de Córdoba. Los círculos más íntimos, entre ellos, Rubén Darío, vieron la nota original que surgía de la pluma de Lugones, un Lugones prodigioso y estupendo. Sus discursos revolucionarios también comenzaron a escucharse en las tertulias, desgajando palabras, despertando un espíritu anárquico y soñador, detonando en los grupos de intelectuales y los periódicos socialistas.

Lugones introdujo las brisas melancólicas del modernismo a la Buenos Aires de principios de 1900. Podría haber sido una figura equivalente a la de Rubén Darío, poeta nicaragüense que ha tenido una gran influencia en la poesía hispánica del siglo XX y en la musicalidad del idioma español. En 1911 el mismo Darío no creía que hubiera un poeta mayor que Lugones en toda América. Sin embargo, la pluma de Lugones quedó opacada por los virajes de sus posiciones ideológicas que lo convirtieron en un personaje complejo y llenaron sus obras de sombras y velos hasta casi alcanzar el ostracismo.

La voz de Lugones se fue estrechando, acomodando a un ritmo más criollo o nacionalista. Su temperamento anárquico, vigoroso, fue ajustando amarras con un canto a la patria. En sus ensayos sobre la Argentina, la materia más genuina y presente en toda su escritura, Lugones pretendió buscar raíces helénicas, en un ideal generoso de país próspero, donde el hombre de campo es un héroe mitológico que queda unido a su creación poética nacional.

La Argentina de los cereales y el ganado, de la inmensidad pampeana, de “sonámbulas praderas”, de los campos de vastas extensiones, fue ocupando todas las aristas de su postura nacionalista. En ese cantar a la pampa argentina, Lugones reivindicaba al gaucho, que estaba siendo postergado por la patria liberal, y lo pensaba como el verdadero ser nacional que constituye la identidad propia de los argentinos, la pieza clave de la civilización, en oposición a las ideas sarmientinas. En torno al centenario de la Independencia, Lugones terminó de construir su mito del gaucho en El payador, al mismo tiempo que el nacionalismo cultural provocaba en el escritor una vocación por educar a la ciudadanía y crear programas pedagógicos con vistas a un futuro nacional.

Desde el prematuro anarquismo plasmado en los periódicos socialistas, Lugones pasó por distintos estadios políticos y supo improvisar con ingenio, al tiempo que se proponía construir la figura del escritor en la sociedad, el propio Lugones como el gran poeta nacional.

Lugones fue ante todo poeta. A través del lenguaje, emprendió otras actividades. Fue cuentista, periodista, historiador, ensayista, biógrafo, filólogo, docente, traductor, bibliotecario, diplomático y político. De esta manera, se lo puede abordar desde una variedad de ángulos con un eje común, su tenaz intervención política, que lo convirtió en un personaje de su tiempo, inseparable de su escritura.

Desde el prematuro anarquismo plasmado en el periódico La Montaña hasta la patria hija de la espada, Lugones pasó por distintos estadios y supo improvisar con ingenio, al tiempo que se proponía construir la figura del escritor en la sociedad, el propio Lugones como el gran poeta nacional. La figura emblemática de principios de siglo, cuyos vaivenes políticos generaron controversias y debates en la sociedad de la época, buscó defender el modelo intelectual heroico proponiendo fundamentos para la política nacional. Ese afán patriótico continuó hasta su muerte voluntaria, pero las desilusiones y el desgarramiento del país en manos de quienes él mismo había alentado hicieron que la pendiente hacia el final se acelerara para hacer más reconocible su desesperación.

En 1928 fundó, junto con otros escritores, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) y fue su primer presidente. Tras su muerte, la SADE declaró el día de su natalicio como el Día del Escritor en Argentina.

En el Día del Escritor pensemos en literatura y en los libros como pasarelas que permiten conocer al escritor en su tiempo. Y aunque el escritor más rebelde y batallador de las primeras décadas del siglo pasado haya proyectado una lectura integral de la política y la estética, intentemos separarlas, no caer en la acusación silenciosa e indiferente, y devolver a Lugones su genio vetado.