La liviandad de las palabras y sus riesgos
La palabra ha perdido su peso. Como si se tratase de un cuerpo ligero e insustancial, la palabra ha caído en desgracia. La ligereza con la que se utilizan los conceptos o con que se emparenta a seres siniestros de la historia con actuales dirigentes va en sintonía con el deterioro de la palabra como concepto. Ya no importa lo que se diga, lo esencial pareciera residir en el cómo para generar impacto en un mundo que se ve seducido por el modo y no por el fondo de la cuestión.
Hace algunos días un periodista del oficialista C5N atinó a decir que Mario Negri tenía comportamientos de Benito Mussolini. Demasiado sinergia entre aquel dicho del colega y el tuit del sindicalista Roberto Baradel que comparó a Patricia Bullrich con Jorge Videla. Más allá de las formas, que revelan una gran ignorancia, en ambos casos se comparó a dirigentes democráticos que, más allá de los gustos de unos y reproches de otros, ganaron elecciones por los votos de manera legítima. No se puede meter todo en la misma bolsa porque se esté en diferentes veredas. No es apropiado ni honesto intelectualmente porque no solo se ofende a los propios Negri y Bullrich sino que se relativiza el accionar de estos seres oscuros de la historia mundial.
lo esencial pareciera residir en el cómo para generar impacto en un mundo que se ve seducido por el modo y no por el fondo de la cuestión
Lo que desnuda este tipo de comparaciones absurdas es que hemos dejado de creer en el valor de las palabras o, como ocurre en los casos citados, hemos empezado a tratarlas con una liviandad que es perjudicial porque entramos en un plano de relativización peligrosa. Es evidente que la palabra ha perdido peso propio en este mundo de valores decadentes pero también es compresible que la palabra haya caído en este espiral disminuido cuando tenemos autoridades que dicen una cosa y hacen otra.
Son tiempos en los que la palabra ha caído definitivamente en desgracia. Sino pregúntenle al ministro de Educación, Nicolás Trotta si no es verdad esto que la palabra ha caído o mismo a la propia ministra de Salud, Carla Vizzotti, quienes por estos días dijeron frente a los micrófonos algunas cosas que después no tuvieron su correlato en las medidas tomadas por el Presidente. La incoherencia entre el dicho y el hecho es abismal. Quizás esta devaluación de la palabra debamos comprenderlo en estos tiempos de posverdad que atravesamos. Quizás no.