Un giro marcado hacia una izquierda moderada: Trump tropieza y Biden sigue creciendo en las encuestas

En las últimas semanas, el candidato del partido de los Demócratas le sacó al Republicano 10 puntos; a cuatro meses de las elecciones presidenciales, esta tendencia se mantiene desde marzo.

El escenario no es el mismo que el del 2016 para el presidente Donald Trump, quien venció a Hillary Clinton ese año, a pesar de que la Demócrata obtuvo una gran masa de voto popular en las costas Este y Oeste, pero perdió porque el actual mandatario convenció a los colegios electorales en estados clave del medio, al ofrecer un discurso fuertemente nacionalista: “Que América sea grandiosa otra vez”, anclado en la generación de empleo para el ciudadano norteamericano, un muro en la frontera con México para mitigar la inmigración, y el fin del Obamacare.

La coyuntura actual pone a prueba la capacidad política del Republicano para salir de su propio enredo. La pérdida de trabajo en combinación con el manejo sanitario deficiente durante la pandemia -que persiste-, y el racismo estructural, están mermando la imagen de Trump, quien corre a Joe Biden desde atrás. La pregunta es: ¿los votantes de su núcleo duro están virando hacia Biden, o qué explica este revés progresivo?

Según cifras de una investigación del Pew Research Center, que se llevó a cabo durante el 16 al 22 de junio, el 67% de los votantes consultados emitiría un voto castigo contra Trump en las elecciones del primer martes de noviembre de este año; es decir, que solo un 33% votaría a Biden porque simpatiza con él. En tanto, un 76% elegiría al republicano porque comparte su visión, y solo un 24% lo haría para “castigar” al candidato Demócrata.

La pérdida de trabajo en combinación con el manejo sanitario deficiente durante la pandemia y el racismo estructural, están mermando la imagen de Trump, quien corre a Joe Biden desde atrás.

Consultado por El Observador Online, Juan Negri, politólogo y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, evaluó que las variables pandemia, racismo y desempleo son, efectivamente, las causales preponderantes para la imagen negativa del empresario: “Las elecciones en Estados Unidos (como en casi todo el mundo) son evaluaciones retrospectivas sobre el pasado reciente, y básicamente la evaluación que más pesa es la económica. Esta dinámica es aún más profunda cuando hay un presidente que busca la reelección, por eso se puede hablar de voto castigo”, opinó.

Además, agregó que otro dato que sostiene esta idea es que el Demócrata, sin hacer campaña, le lleva 9.6 puntos, según las estadísticas de la página FiveThirtyEight, y que es importante señalar que “duplica la diferencia que tenía con Hillary, a cuatro meses haciendo su campaña nacional”. La tendencia al alza se mantiene desde marzo de este año, cuando solo le llevaba 3.8 puntos de diferencia. Entre abril y mayo Trump logró recortar esa distancia, pero desde principios de junio, Biden llegó a los 9 puntos, y todavía los mantiene.

Los analistas coincidieron en que la elección de la vicepresidenta va a ser clave: “Ahí se va a poder ver si Biden opta por contener a los sectores que acompañaron a Sanders, o si por el contrario, se inclina por un giro más conservador. Que haya obtenido la mayor cantidad de votos entre los afroamericanos en las primarias, no significa que cuenta con una representatividad total, sino que supo posicionarse como un candidato que podía ganarle a Trump. Esas comunidades apostaron a algo más “seguro” frente a la incertidumbre que les podía provocar la figura de Bernie Sanders”, comentó la politóloga y profesora de Política Internacional de la Universidad de Buenos Aires, María Constanza Costa.

“Biden no es un gran candidato. Es un candidato blanco, de las costas, que es poco representativo de la diversidad que hay en EEUU, y que cuando dice que va a elegir a una vice presidente mujer y representativa de las minorías, está tratando de compensar”, cerró Negri.

El Centro del Banco de Oklahoma semi vacío en el mitin de Tulsa puso en alerta al Republicano y a su equipo de campaña, que comunicó en reiteradas ocasiones que se registraron 1 millón de personas, y luego se conoció el trasfondo de ese fracaso -usuarios jóvenes de Tik Tok boicotearon su campaña inscribiéndose para que pareciera que el número de asistentes era alto-.

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Se empieza a percibir en la opinión pública (y en los donantes de su campaña) que hay problemas estructurales que no van a poder ser resueltos de acá a noviembre”, sostuvo Costa. Y completó: “La base de apoyo de Trump está compuesta por una derecha religiosa conservadora; sus votantes son, en su mayoría, hombres blancos del sur. Este representa los intereses de algunos sectores del capitalismo financiero y los conglomerados industriales. Los actores no se comportan siempre de la misma manera, los movimientos de Trump generan malestar dentro de ese bloque, pero se mantiene. Esa base es fuerte. Aunque algunos comiencen a criticar, no significa que no va a haber reelección”.

Radiografía de las estrategias electorales

Para los analistas, Joe Biden es un político conocido por tropezar en sus discursos. “No se expresó demasiado públicamente y tiene 10 puntos de diferencia con Trump sin abrir la boca. Por ahora aprovecha el desgaste y los manejos caóticos de la gestión Republicana. Creo que cuando empiece con su campaña y la gente lo escuche, es probable que la diferencia se achique”, señaló Negri.

Los Demócratas no han podido, de momento, mostrarse como una alternativa sólida, capaz de recomponer a una sociedad que atraviesa grandes problemas, como el colapso del sistema sanitario, la crisis social profunda y la caída estrepitosa del sistema económico, sino como “el mal menor”, una alternativa débil, pero una alternativa al fin, a la administración actual.

En contraposición, observó la politóloga, el estilo de liderazgo de Trump, al construir política desde la polarización constante y la exacerbación del conflicto, genera simpatía en ciertos sectores que le dieron el triunfo en 2016 y probablemente intenten hacerlo en noviembre. “Los conservadores, los sectores desencantados con los gobiernos demócratas, y grupos abiertamente racistas, vivieron el triunfo de Trump como una vuelta a la “normalidad”, frente a lo que significó la llegada de Obama al poder para estos sectores conservadores, que sintieron que peligraba su lugar de privilegio en la sociedad”, añadió.

“La estrategia de Trump es más clara, la de Biden aún está en un gris y esa indefinición puede terminar inclinando la balanza, a favor de Trump”, advirtió Costa.