La Argentina Olímpica, entre la crítica y el reconocimiento
El pasado fin de semana finalizaron los Juegos Olímpicos de Tokio con un saldo no del todo enriquecedor en materia de medallas por parte de la delegación argentina. Solamente los seleccionados masculinos de rugby (bronce) y voleibol (bronce) y el femenino de hockey (plata) pudieron alcanzar el podio y otorgarle a nuestro país tres medallas que se suman a las 77 que nuestro país cosecha en las Olimpíadas.
La cosecha parece escasa y fue motivo de indignación por parte de muchísimas personas que canalizan en las redes sociales la critica despiadada, sin tener el mínimo conocimiento de los deportes contra los que despotrican. Es que así somos, durante un par de semanas tuvimos especialistas de remo, salto en garrocha, esgrima y tantos otros deportes que no suelen ser de gran conocimiento del público en general. Pero antes de indignarse ante la performance de nuestros deportistas debemos valorar que el mero hecho de haber clasificado a un juego olímpico es motivo de reconocimiento. Y previo a esa cosa bien nuestra de despotricar contra nuestros atletas, comprendamos como llegaron éstos a la cita olímpica.
Tenemos que empezar a dejar de creernos que somos los mejores del mundo en todo. antes de indignarse contra nuestros deportistas debemos valorar que el mero hecho de haber clasificado a un juego olímpico ya es motivo de reconocimiento
No es casualidad que sean los deportes colectivos los que trajeron medallas para nuestro país, dado que cuentan con mayor infraestructura y presupuesto. Esta tendencia se repite con el correr de los años y así podemos comprender cómo de las 77 medallas que ganó Argentina en su historia un 40% proviene de estos deportes colectivos. Quizás también esto se deba a la gran importancia cultural que se les da a los deportes colectivos en nuestro país en donde, hasta la llegada del running, crossfit y alguna que otra disciplina por el estilo, concebimos el deporte (en general) como una actividad colectiva, desde el fulbito con los amigos hasta la participación en torneos amateurs de rugby, basket y otros deportes.
Indudablemente que los deportes individuales han llegado muy golpeados a las olimpiadas, con atletas que no pudieron entrenar en su plenitud por la absurda cuarentena eterna e insensata que impuso el Gobierno durante el año pasado. Ello, sumado a la poca contención social y al casi nulo apoyo del Estado, explican el porqué los grandes deportistas de disciplinas individuales que tenemos no han podido traer una medalla. Ejemplo de esto pueden ser los videos de entrenamientos de Delfina Pignatiello, una joven nadadora que hasta evaluó retirarse dado que no pudo entrenarse como debía (en gran parte por las restricciones gubernamentales) o la propia nadadora Virginia Bardach que remarcó las condiciones nefastas en la que se entrenan los deportistas amateurs en nuestro país.
Argentina necesita de una dirigencia deportiva más seria en lo colectivo y no solo desde cada una de las organizaciones o asociaciones que nuclear sus propios deportes. Solo desde allí, del trabajo integral y unificado, sumado al apoyo del Estado se podrán obtener mejores resultados, no solo en cuanto a medallas, sino también en cuanto al recorrido de un camino que deposite a nuestros atletas en los JJ.OO. en plenitud y en verdaderas condiciones. Solo desde allí se podrá analizar con responsabilidad y exigencia a estos deportistas que, como siempre lo hacen, han vuelto a depositarnos en un sueño olímpico, aunque a muchos les cueste aceptarlo.