2021. La difícil vuelta a clases
Por Martina Chalin

A principios del año pasado, las clases presenciales fueron suspendidas por la irrupción de la pandemia de coronavirus en la Argentina. A 15 días del comienzo del ciclo escolar, el Gobierno de Alberto Fernández interrumpió las clases presenciales y como en otros países, pasaron a ser virtuales. Muchas personas no pudieron acceder a la educación, entre otros motivos, debido al índice de pobreza que ha ido en aumento. La brecha educativa quedó en evidencia.

Según la última medición del Observatorio de Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, la pobreza en el país alcanzó al 44,2% de la población durante el tercer trimestre del año. Durante el último año, la pobreza medida en ingresos subió del 40,8% al 44,2% totalizando a 18 millones de personas, dos mas que en el 2019. Debido a esto menos de la mitad de los hogares cuenta con acceso fijo a Internet de buena calidad y uno de cada dos carece de computadoras disponibles para fines educativos, por esto es que alrededor de un millón de estudiantes matriculados en 2020 mantuvo un contacto nulo o muy bajo con su escuela.

Después de 11 meses, finalmente el miércoles 17 de febrero del 2021, los alumnos de las escuelas públicas de la Ciudad de Buenos Aires y algunas privadas empezaron un nuevo ciclo lectivo. Según las autoridades educativas, los aprendizajes que no pudieron alcanzarse en 2020 serán abordados este año. El regreso a la presencialidad cuidada se va dando de manera progresiva y escalonada, el objetivo es priorizar a los alumnos de nivel inicial y primer ciclo de nivel primario.

LAS CLASES PRESENCIALES SON ESENCIALES NO SOLO PARA EL APRENDIZAJE SINO TAMBIÉN PARA EL BIENESTAR PSÍQUICO Y FÍSICO DE LOS ALUMNOS

A pesar de que los edificios escolares siguen siendo los mismos, la realidad de hoy es completamente distinta. Ahora los padres que acompañan a sus hijos a los colegios deben recordarles constantemente que deben permanecer con el tapaboca puesto en todo momento. En la entrada se les toma la temperatura y se les coloca alcohol en gel. Ya no pueden abrazarse ni jugar como antes y eso es angustiante. Los niños tuvieron un impacto emocional en sus vidas por causa de la pandemia, ya que no pudieron socializar, ahí viene la importancia de las clases presenciales como un factor no solo esencial para su aprendizaje sino también para su bienestar psíquico y físico.

Los tan esperados recreos ya no se palpitan como antes, ni bien sonaba el timbre, todos los estudiantes salían corriendo para disfrutar juntos del tiempo libre. Lo cierto es que hoy, eso también ha cambiado y los alumnos han tenido que reinventar la forma en la que se entretienen. “Los niños juegan a tirarse cosas invisibles porque no pueden tener contacto físico”, relata Fernanda, madre de un niño de primaria, mientras se acomoda su barbijo. “Es impactante, y angustiante. Todos respetan la distancia y no se animan a poner un pie fuera de la burbuja porque tienen mucho miedo al virus”, expresa. Por otro lado, uno de los puntos de reunión como lo era el servicio de comedor y cafeterías, continúa suspendido.

“Ahora estamos divididos en dos burbujas, la azul y la verde. Somos quince en cada clase y en ningún momento podés sacarte el barbijo. Los bancos de al lado están vacíos, solo podés tener gente en los asientos de adelante o atrás y te tenés que poner alcohol en gel en todo momento, es rarísimo”, detalla Delfina Peréz, alumna de quinto año del Colegio San Cirano.

El sistema de burbuja funciona de la siguiente manera: en el caso de que haya algún contagiado dentro del curso, automáticamente esos alumnos son aislados en sus casas por un periodo de quince días para protegerse a ellos y cuidar a sus compañeros. De todas formas la presencialidad es obligatoria excepto para quienes pertenecen a un grupo de riesgo o conviven con alguien que esté en la misma situación. Esos alumnos recibirán clases de forma remota.

Debido a la escasez de vacunas, el sector docente todavía no ha podido ser vacunado en su totalidad, ya que se ha priorizado al los trabajadores de la salud, y algún que otro “vacunatorio vip”. Este es un tema que inquieta a los padres, ya que esperan con ansias que los docentes puedan ser vacunados a la brevedad porque son quienes están en contacto permanente con sus hijos.